lunes, 19 de marzo de 2012

Corazón roto

Éste es mi intento de participar en el concurso literario de mi colegio. Siempre suele ser un gran reto para mí, puesto que además de haber un límite de extensión bastante reducido (una página en Word, tamaño 12 e interlineado 1,5), hay un tema. El tema de este año, "Lo que nadie me ha explicado", me pareció algo complicado de trabajar al principio. Sin embargo, en cuanto tuve la idea, las palabras fluyeron. Es la primera vez que trato de escribir un monólogo interno, lo cual, tras haber terminado, me parece de una dificultad nada desdeñable. Los que hayan leído The Host, de Stephenie Meyer, reconocerán el final, que fue en última instancia la idea de la cual se generó todo lo demás.

Publicando esto aquí, en realidad estoy pidiendo opiniones. Sois mis lectores beta. Así que si tenéis alguna sugerencia, idea o corrección (que probablemente la tendréis), por favor, comentad.

Espero que, si no os satisface, al menos os ayude a matar el tiempo.

Rápido, tengo que llegar a casa. ¿Por qué tienen que ser tan largas estas escaleras? Ah, eso es lo que dijo él cuando vino a… No, no voy a pensar en él. No hasta que nadie me vea, es demasiado arriesgado. Me harían hablar. Tres escalones más. Ya está. La llave, rápido. ¿Dónde está la llave? Aquí está. Rápido, a mi cuarto, que no me vea mamá. Cómo pesa esta mochila. Fuera la mochila, donde caiga. Ah, se ha caído la silla. Da igual. Mi cuarto. Pestillo. Ahh, me tiemblan las piernas… Tengo que sentarme. La cama.
...
No sé qué ha pasado. No. ¿Por qué? Llevo con él desde siempre, esto no puede estar pasando. Nos queremos, yo le quiero, no puede ser que sea verdad. ¿Por qué? No puede haberse liado con Marta, es imposible, no es verdad. No, no es verdad. No puede estar pasando. No, esto es un sueño. Una pesadilla. Tiene que serlo. Tiene que serlo. Un malentendido. No puede ser verdad.
Pero… No puede ser un malentendido. Me lo ha dicho él. Me lo ha dicho él. Se ha liado con Marta. Se ha liado con Marta aprovechando que yo no estaba. ¿Y qué pasa conmigo, eh? ¡¿Qué pasa conmigo?! Pero se enterará. Su querida Marta le dejará por otro en sus propias narices. Le estará bien merecido. Y cuando venga a suplicarme que vuelva con él, ¡que se vaya a liarse con Marta! ...
No, no, no, no. Tengo que haber hecho algo. Es culpa mía. No, seguro que es culpa mía. No he estado suficiente con él, seguro. Seguro que se sentía dejado de lado. Debió de sentarle fatal que me fuera al bar el otro día sin él. Seguro que es eso. Tengo que disculparme. El teléfono… No, no puedo llamarle, le he dejado ahí plantado, y él se estaba intentando explicar. ¿Qué he hecho? No, no, no, no, no, no...
… … … …
Hmm... ¿Qué...? ¿Qué ha pasado…? Ah, me he quedado dormida… Y he manchado la almohada. No puedo dejar que vean esto… Ahora la lavaré...
Ah, la foto que nos hicimos en la playa. ...
No puedo. No puedo entenderlo. No sé qué le ha llevado a hacer eso. Pero ya no puedo hacer nada. Que siga por su lado y yo por el mío, y no nos veamos nunca más.

Es horrible. Había oído muchas veces lo de tener el corazón roto, pero nadie me había explicado que doliese tanto el pecho de verdad.

domingo, 18 de marzo de 2012

書く

En japonés, el verbo "kaku" tiene dos significados: escribir y dibujar.

Dado lo intrincado del sistema de escritura japonés, es un doble significado increíblemente acertado. Antiguamente, se escribía con pincel, lo cual daba a los escritos una cierta cualidad de obras de arte, naciendo así el arte de la caligrafía. Pero este doble sentido no es sólo aplicable al japonés, chino, coreano, árabe, y todas esas otras lenguas en las que parece que las palabras fluyen sin interrupción del lápiz en lugar de ser escritas. También nuestro modesto alfabeto latino, aparentemente tan burdo en comparación con el alifato, tiene su encanto. Porque, aunque no tenga la misma fuerza estética, sí que tiene el mismo poder de comunicación.

Poder que puede servir para escribir historias. Novelas, cuentos, relatos cortos. Biografías, sueños, leyendas. Mientras que el "dibujo" de la escritura se pierde en cierto sentido para aquellos que ya estamos acostumbrados a nuestro banal abecedario, el dibujo de la historia sigue ahí, íntegro. Son estas historias las que dibujan en nuestra mente mundos enteros, personajes imposibles y tramas impactantes. Son estas historias las que nos hacen llorar de vez en cuando, las que nos impiden soltar un libro a las tres de la mañana, las que siempre dejan un recuerdo en nuestra memoria.

El nombre de este blog está dedicado a ese precioso doble sentido procedente de la lengua nipona; y a mi pluma, con la que me he acostumbrado a escribir. Bienvenidos.